Hace más de un año, en esos momentos de reflexión en los que buscas visualizar una nueva experiencia, una nueva aventura, me encontré escribiendo que quería ser Guardaparques. Al poco tiempo, en un momento de desesperación donde le pedía al mundo alguna señal para conectarme con algo que me apasionara y que me hiciera sentir que estaba avanzando, me llegó una convocatoria; era tan extraña. 

Fue de esas situaciones raras que a menudo me pasan y me hacen muy feliz, solicitaban a un Guardaparques Voluntario para cubrir tareas de comunicación en la Reserva Nacional de Paracas. Obviamente, en la eterna improvisación, postulé sin dudarlo y allí estuve aprendiendo a honrar. Lo más extraño de la situación es que se manifestó algo que escribí a modo de juego, sin darle mayor atención o importancia, pero que evidentemente era algo muy deseado por una parte de mi ser.

Esta experiencia me permitió ahondar -aún más- en un mundo al que de cierta manera pertenezco desde pequeña: las áreas protegidas. Ahora no me quedaría a pernoctar por algunas noches en un parque nacional, sino que me quedaría a vivir por algunos meses en una reserva nacional. Oportunidad que además me permitiría explorar en algunas de mis facetas internas, de esas que podrían desconectarse de apegos materiales y sentimentales para vivir con lo más básico, inmersa en la naturaleza. 

Entonces ahí estaba, viendo transcurrir los días mientras la visión de ser guardaparques me empezaba a cautivar entendiendo como el concepto de familia y de convivencia se puede transformar. Ahí, fui testigo de todo el trabajo que conlleva cuidar un área protegida, mientras esta labor pasa desapercibida ante miles de visitantes y turistas. También, en este lugar, pude contemplar el nivel de amor por la naturaleza que se desborda en cada uno de estos seres. 

De los viajes y sus seres increíbles

Debo decir que través de innumerables viajes por áreas protegidas he tenido la oportunidad de compartir con la versión humanizada de pingüinos, zarcillos, mapaches, flamencos y pararé de contar. Incluso me he topado con uno que otro Tarzán y alguna Pocahontas. 

En fin, seres increíbles cuyo trabajo debe ser respetado y reconocido por ser los guardianes de nuestros lugares de ensueño. Gracias a todos ellos por tan hermosa labor.

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