Dejándome guiar por la eterna improvisación continúo esta historia

Sin saber con certeza a donde me dirigía, pero con la necesidad de encontrar refugio en la naturaleza para poder integrar sueños y expectativas que fragmentaban mi Ser, me fui a la Reserva Nacional de Paracas. Una convocatoria para participar en el Programa Guardaparques Voluntarios (en su XXVI edición) fue lo que me permitió convertir este majestuoso lugar en mi nuevo hogar. 

Al momento de partir de Lima sólo sabía que estaría 3 meses inmersa en un área protegida marino costera donde probablemente podría ver lobos marinos y pingüinos. Jamás imaginé la magnitud de su belleza y dimensiones, características que ahora con sólo recordarlas me hacen sonreír. Era obvio que en esa búsqueda de conciliar tantos fragmentos de mi Ser, muchas cosas cambiarían en mi burbuja. 

Y así fue, en este lugar bandadas de aves migratorias y residentes acompañaban mis tés, lluvias de arena mis prácticas de Yoga y cualquier incomodidad se esfumaba con el viento al caminar unos pocos metros y contemplar el lugar en el que estaba viviendo. Aquí me convertí en «la venezolana», «la vegetariana», «la chama» mientras compartía la experiencia de vivir en una reserva donde los desconocidos se convertía en hermanos, primos, enamorados y amigos. 

Fue aquí  y seguirá siendo aquí, donde los fragmentos de mi Ser se encuentran para conciliar entre tantos sueños y expectativas. Donde mi desierto y mar interno escuchan vientos «Paracas» que me ayudan a crear.

Aprendiendo a honrar tantos momentos y personas que han formado parte de esta experiencia de manera presencial o a distancia, escribo estas notas de las aventuras de Lilith in Dreamland. A todos ustedes, gracias…

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