Escuchaba y leía con frecuencia sobre ese increíble lugar, así que un día me decidí y le dije a mi compañero de viajes «salgo para allá en 6 meses». Lo dije deseando que me quisiera acompañar, pero sin la seguridad de que pudiese hacerlo.

Durante ese tiempo me dediqué a ahorrar, a armar el equipo y la ruta. Iríamos como mochileros, ya que era un viaje muy exigente para el carro que tenía en esa época. La selección de lugares a visitar estaba definida por aquellos donde pudiésemos acampar y cuya distancia entre uno y otro no superara los 7Km. Informamos del plan a personas clave para que nos acompañaran y 3 de ellas se animaron.

Así nació ese primer viaje a La Gran Sabana, en el Parque Nacional Canaima, majestuoso lugar que me brindó un primer acercamiento a la tierra de los Tepuyes y que nos recibió con una cúpula de infinitas estrellas acompañadas por el sonido de la Quebrada Pacheco.

La naturaleza, así como el amor, sólo se entiende al contemplarla, al sentirla, al vivirla. Puedo escribir miles de historias y las palabras nunca me alcanzarán para expresar todo lo que ella genera en mi alma. Sin embargo, seguiré intentando narrar una ínfima parte de ese sentir.

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