“El hombre absurdo es el que nunca cambia” Georges Benjamin Clemenceau

Pese a la persistencia de una cultura depredadora que tiene su razón de ser en la lógica económica que nos rige como sociedad, es notable el avance que en materia de conciencia ambiental se está dando a nivel mundial. No son pocas las personas, instituciones  y empresas que, por efectos  del cambio climático, los eventos científicos y campañas educativas, manifiestan cada día su disposición de cambiar sus modos de vida o estrategias de producción y consumo; prefigurando así una mejor relación hombre-medio ambiente en el futuro inmediato. 

Prueba que se está produciendo un lento pero sostenido cambio de conciencia ambiental, es la aparición de un segmento de consumidores, el denominado “consumidor ecológico”, conformado por personas con alta sensibilidad ambiental que disfruta del contacto con la naturaleza, ya sea por practicar un deporte u otro tipo de actividad al aire libre, pero también ejerce una militancia activa en la defensa del ambiente. Estas personas, al igual que muchos otros individuos, expresan su compromiso con los valores conservacionistas  integrando en su estilo de vida hábitos y tecnologías más ambientalistas para reducir el impacto que producen sus acciones en el entorno. 

Nuevo compromiso en las modalidades de consumo

Las modalidades de consumo ameritan un nuevo compromiso. En el caso del consumidor ecológico las modalidades suelen ser variadas y diversas, hay quienes se preocupan por adquirir productos y servicios menos contaminantes, más naturales, que ofrezcan algún beneficio al entorno; mientras a otros les interesa el tema del reciclaje, etc. En lo que sí coinciden los consumidores ecológicos es en la lucha porque se implante una eco-tecnología y, consecuentemente, haya una producción y consumo de eco-productos que generen menos impacto en el entorno. Es propuesta de los consumidores ecológicos, la utilización de fuentes de energía alternativas (el biodiesel, luz solar, etc) o la administración moderada del consumo de las energía convencionales (electricidad, gasolina), el agua, lo que contrarresta la inversión inicial de adquisición con una economía de los costos de producción a mediano y largo plazo en el caso de las empresas, y economía en los gastos de los servicios (electricidad, agua, gas, etc.) en el caso de los individuos.

Es de pensar que con la aparición de este nuevo segmento de consumidores, cambiaran gradualmente las tecnologías de producción de bienes y servicios. Los productores no pueden ignorar la aparición del consumidor ecológico, ya que, en lo sucesivo, la demanda y los beneficios dependerán en mucho de las ventajas ambientales que ofrezcan los productos. Si cambia el cliente se transforma el mundo.

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