«Hay días en que me levanto con una esperanza demencial, momentos en los que siento que las posibilidades de una vida más humana están al alcance de nuestras manos. Éste es uno de esos días» Ernesto Sabato

La innovación tecnológica y de materiales nos presenta productos que facilitan nuestros quehaceres diarios, pero dependerá del uso que se le dé a cada uno de estos para definir el beneficio o daño que puedan generar en el medioambiente y en efecto a los seres humanos. En esta ocasión nos centraremos en el caso de las bolsas de plástico.

En base a lo publicado anteriormente en el artículo La Cultura del Plástico, sabemos que las bolsas de plástico son un producto derivado del petróleo cuya producción y consumo a nivel mundial es muy elevada, mientras que su proceso de degradación es sumamente lento. Si a esto unimos el hecho de que el consumidor le brinda un solo uso a la gran mayoría de estas bolsas se hace evidente el por qué de la notable acumulación de este material en el planeta y de los graves problemas ambientales que se han generado como consecuencia de ello.

Algunos datos

La aceptación que ha tenido este producto, desde su aparición en 1957, ha aumentado considerablemente a lo largo de los años, ya que por ser ligero y resistente es ideal para empaquetar alimentos, trasladar pequeñas cantidades de mercancía de un sitio a otro y recolectar desechos para su disposición final. Se estima que entre 500 millardos y 1000 billones de bolsas plásticas son utilizadas anualmente a nivel mundial, según Vincent Cobb, fundador de reusablebags.com.

Contradictoriamente, y tomando en cuenta el carácter desechable que se le ha atribuido, son esas mismas cualidades -ligereza y resistencia- las que generan que las bolsas de plástico se acumulen alarmantemente en el planeta, ya que por su peso liviano son fácilmente trasladadas por el viento desde los contenedores y vertederos de basura hacia cualquier otra área, prueba de ello es el encontrarlas por doquier. Además, por su resistencia, tardan entre 500 y 1000 años aproximadamente en degradarse.

Activando la conciencia

El proceso de manufactura de las bolsas involucra tanto el uso de petróleo como de químicos (entre ellos los que se aplican para darle color al material), los cuales tienden a formar parte de la cadena alimenticia durante el proceso de degradación al contaminar alimentos, microorganismos, suelo, agua o al ser ingerido por las especies marinas.

También es muy común encontrar este material en cañerías, canales de agua, mares y océanos produciéndose por consecuencia problemas sobre el ambiente y la salud. De hecho, las bolsas de plástico ocupan la sexta posición entre los 10 principales desechos que han conformado la basura marina del mundo durante los últimos 25 años, según datos publicados por Ocean Conservancy en su reporte 2011.

Por ejemplo, la propagación de plagas y enfermedades, ha perjudicado a países como Brasil, donde en el 2006, tras una jornada de limpieza realizada por miembros de Clean Up the World se encontraron grandes cantidades de bolsas plásticas con agua estancada que estaban fortaleciendo la proliferación del dengue. Por otra parte, su acumulación en el mar ha causado la muerte de muchas especies marinas por asfixia al quedar atrapadas en este material o por ingerirlo al confundirlo con alimento.

Ahora, el problema más evidente y menos grave que está a la vista de cualquiera de nosotros y con el que nos topamos diariamente es la contaminación visual que genera la mala disposición de este producto al ser desechado, lo que afea las ciudades, repercute en el disfrute de los espacios naturales e incide en la disminución del turismo.

Más información en Las Bolsas de Plástico (II)

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